Los sueños e ilusiones incluyen a la fe, la esperanza y el entusiasmo. Es agarrar con fuerza algo que se desea, es tomar alguna cosa que se anhela con la mano, es asirnos en perseverancia venciendo los obstáculos. No obstante, a nuestro alrededor existen los suicidas de sueños e ilusiones. Son personas que nos aman o que no, fueron aquellos que alguna vez renunciaron a su visión por falta de confianza y seguridad, son aquellos, que dicen: Es demasiado para ti; te queda grande; nadie lo había hecho antes, esto es para gente especial.
Aunque la fuerza de voluntad es la energía para elevarse por el cielo sin motor, valiéndose de las corrientes de aire que sostenien las alas con metas y objetivos de vida.
En ese momento, es donde la fuerza de voluntad constituye una facultad autogenerada, proveniente de una búsqueda correctamente organizada de nuestros más altos ideales. Qué consiste en establecer en nuestra mente una imagen clara de la verdadera naturaleza de estas creencias. Porque, cuanto más dignos sea el ideal que nos impulsa, mayor será la energía que éste estimulará dentro de nosotros. Es por ello, que el ideal deber ser racional, deseable y positivo. Para superar la falta de metas, de objetivos, de autoconocimiento, así como la falta de acción.
De allí, que se anima al autoconocimiento, que constituye la mitad de la batalla, mientras, que la posesión de un ideal representa la otra mitad. Además, es importante la lucha por el autodominio y la consecución de una vida digna de ser vivida y ser paciente con nosotros mismo. En consecuencia, el cien por ciento de la vida es igual al autoconocimiento entre los ideales que da como resultado una personalidad bien organizada. Es decir, la fuerza de voluntad es el resultado de una personalidad bien organizada, que sabe lo que quiere.
Porque al saber que se quiere, en la fuerza de voluntad se establece el carácter en acción, esa acción, transporta al deseo e induce al fuerzo que impulsa hacia una meta definida que encamina la obtención de la misma. Al mismo tiempo, forja a la personalidad que es una e indivisible, que determina si se actúa o no, al considerar si es merecedor del esfuerzo a realizar que va estar estipulada por la claridad con que vislumbramos a nuestros ideales así como de la firmeza con que anhelamos verlo realizado. Entonces, podemos decir, que el primer paso hacia el autodominio reside en la adecuada formación de un ideal razonable.
Puesto que cada uno de nosotros debe descubrir su propio ideal, que nos seduzca al ofrecernos una satisfacción en el logro de una meta. Nuestros ideales deben estar definidos por la moral, lo estético y a de ser racional, es decir, que debe incluir la bondad, la belleza y la verdad, los cuales proporcionan dirección a la energía siempre y cuando clarifiquemos en nuestra mente las cualidades del Dios que adoramos, ese al que siempre nos asemejamos, a lo que amamos.
Esta coherencia entre nuestra personalidad y nuestras metas es lo que conocemos como fuerza de voluntad, que incluye, la constancia y madurez intelectual, así como el autorespeto y comprensión racional de nuestras capacidades. Ya que el hombre que conoce sus potencialidades y la emplea en trabajo acordes con ella, tiene un propósito en la vida por medio de la autodeterminación.
Determinación, que concluye en la perfección de la voluntad, carácter en acción constituida por una personalidad con ideales. Por consiguiente, comencemos a vivir nuestros proyectos en formas más intensas. Siento un interés viril volando sin motor, solo con mi fuerza de voluntad. Esa es su tarea, descubrir el objetivo principal de su vida aunque puedes decidir no usarlo.
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